La espina bífida es una malformación congénita del sistema nervioso que ocurre durante el desarrollo fetal cuando la columna vertebral y la médula espinal no se forman adecuadamente. Esta afección puede variar en gravedad desde formas leves hasta formas más severas que pueden causar discapacidad física y neurológica significativa.
Síntomas
Los síntomas pueden variar dependiendo del tipo y la gravedad de la espina bífida. Algunos síntomas comunes incluyen deformidades en la columna vertebral, problemas de control de la vejiga y los intestinos, debilidad muscular, parálisis, pérdida de sensación en las piernas, y en casos más graves, hidrocefalia (acumulación de líquido en el cerebro).
Fisiopatología
La espina bífida ocurre durante las primeras semanas del embarazo cuando el tubo neural, que eventualmente se convierte en el cerebro y la médula espinal del feto, no se cierra completamente. Esta falta de cierre puede deberse a factores genéticos, ambientales o una combinación de ambos.
Diagnóstico
El diagnóstico de la espina bífida a menudo se realiza mediante pruebas prenatales, como el análisis de sangre materna o ecografías, que pueden detectar anomalías en el desarrollo fetal. Después del nacimiento, se pueden realizar pruebas adicionales, como imágenes de resonancia magnética (IRM) o estudios de la médula espinal para evaluar la gravedad y extensión de la malformación.
Complicaciones
Las complicaciones médicas asociadas con la espina bífida pueden incluir problemas ortopédicos, como escoliosis y luxación de cadera, trastornos del sistema nervioso, infecciones del tracto urinario, hidrocefalia y problemas de la piel debido a la falta de sensibilidad en ciertas áreas del cuerpo.
Tratamiento
El tratamiento de la espina bífida depende de la gravedad de la afección y puede incluir cirugía para cerrar la abertura en la columna vertebral, correcciones ortopédicas para problemas de la columna o las extremidades, terapia física y ocupacional para mejorar la función muscular y la movilidad, y medicamentos para controlar los síntomas como la incontinencia o el dolor.
Prevención
Aunque no siempre es posible prevenir la espina bífida, hay medidas que pueden reducir el riesgo de que ocurra, como tomar ácido fólico antes y durante el embarazo, mantener un estilo de vida saludable, evitar el consumo de alcohol y no tomar ciertos medicamentos sin la supervisión de un médico durante el embarazo. Además, las mujeres que han tenido un bebé con espina bífida tienen un mayor riesgo de tener otro bebé con la afección, por lo que pueden requerir un seguimiento prenatal especializado.