La influenza, comúnmente conocida como gripe, es una enfermedad viral contagiosa que afecta principalmente al sistema respiratorio. Es causada por el virus de la influenza, perteneciente a la familia Orthomyxoviridae.
Síntomas
Los síntomas típicos son fiebre, escalofríos, dolor de garganta, congestión nasal, tos, dolores musculares y fatiga extrema. En casos más graves, pueden presentarse complicaciones como neumonía.
Clasificación
Se puedes clasificar en varios tipos y subtipos, siendo los más comunes el tipo A, B y C. Los virus de la influenza tipo A se subdividen en diferentes subtipos basados en las proteínas de superficie hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N).
Fisiopatología
El virus de la influenza ingresa al organismo a través de las vías respiratorias, generalmente a través de gotículas respiratorias dispersadas por una persona infectada al toser o estornudar. Una vez dentro del cuerpo, el virus infecta las células epiteliales del tracto respiratorio, replicándose y causando daño en el tejido. Esto desencadena una respuesta inflamatoria del sistema inmunológico, lo que causa los síntomas característicos de la enfermedad.
Diagnóstico
Se realiza principalmente mediante pruebas de laboratorio, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) o la prueba rápida de detección de antígenos virales. Estas pruebas pueden realizarse en muestras de secreciones respiratorias, como hisopos nasales o faríngeos.
Complicaciones
Las complicaciones de la influenza pueden incluir neumonía viral o bacteriana, exacerbación de enfermedades crónicas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la insuficiencia cardíaca, así como complicaciones neurológicas y, en casos severos, la muerte.
Tratamiento
Generalmente consiste en reposo, hidratación adecuada y medicamentos para aliviar los síntomas, como analgésicos y antipiréticos. En algunos casos, especialmente en personas con mayor riesgo de complicaciones, se pueden recetar antivirales específicos para la influenza, como oseltamivir o zanamivir.
Prevención
Tomar medidas como la vacunación anual contra la gripe, el lavado frecuente de manos, cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, y evitar el contacto cercano con personas enfermas. Además, es importante mantener un estilo de vida saludable con una dieta equilibrada, ejercicio regular y suficiente descanso para fortalecer el sistema inmunológico y reducir el riesgo de contraer la enfermedad.